Especies y facciones

Esta sección explora las distintas especies que habitan el yermo. Aquí se profundiza en los Infectados, Mutantes y los Humanos, describiendo su lugar en este nuevo mundo, sus características, sus formas de vida y su forma única de interpretar la realidad que les rodea.

Cada raza es un mosaico de culturas, creencias y luchas internas, y dentro de cada una surgen facciones muy dispares. Estas facciones, algunas aliadas y otras en constante conflicto, moldean la política, la guerra y las alianzas de este mundo caótico. Desde comunidades de humanos que buscan restaurar la civilización hasta clanes de mutantes con visiones completamente nuevas sobre el poder y el territorio, esta sección descubrirá las complejidades y las rivalidades que definen a cada raza y facción.

Infectados: La Plaga

Tras el apocalipsis desatado por el Virus NT, los infectados se convirtieron rápidamente en la amenaza dominante en la Tierra. En un principio, las hordas de infectados eran caóticas y descontroladas, movidas únicamente por un instinto de rabia ciega y una insaciable necesidad de propagar el virus. Estos primeros infectados, aunque increíblemente violentos, actuaban de manera desorganizada, lanzándose ciegamente hacia cualquier ser vivo. Su brutalidad y resistencia física les permitía ignorar el dolor y seguir atacando incluso tras sufrir heridas graves, lo que facilitó la rápida expansión del virus y el colapso de poblaciones enteras en cuestión de semanas.

Sin embargo, su falta de coordinación era su mayor debilidad. Los humanos organizados en fortalezas y búnkeres podían contener las oleadas descontroladas con tácticas defensivas bien ejecutadas. Pero el Virus NT no se detuvo en esta etapa inicial. A medida que el tiempo pasaba, el virus comenzó a evolucionar, dando lugar a un tipo de infectado mucho más peligroso.

Con la evolución del virus, surgieron las Mentes Colmena, una capacidad de control mental colectivo y no centralizado sobre las hordas. Aunque estos infectados no eran individuos inteligentes por sí mismos, la Mente Colmena que los controlaba les otorgaba un nivel de organización básica, pero mortal. Bajo su influencia, las hordas de infectados dejaron de comportarse como animales rabiosos que perseguían cualquier estímulo y comenzaron a seguir patrones de ataque más coordinados. Ahora, podían flanquear posiciones, lanzar ataques simultáneos desde diferentes direcciones e incluso retirarse tácticamente si las defensas humanas eran demasiado fuertes.

A través de esta conexión mental, las Mentes Colmena eran capaces de sincronizar los movimientos de grandes cantidades de infectados, permitiendo ataques coordinados que antes eran imposibles. Aunque no desarrollaban planes complejos ni mostraban una verdadera inteligencia estratégica, las Mentes Colmena podían ejecutar estrategias básicas con una efectividad mortal, guiando a las hordas hacia objetivos clave y explotando debilidades en las defensas humanas. Este nivel de control transformó a los infectados en una amenaza mucho más organizada, capaz de lanzar emboscadas y desbordar posiciones humanas mal defendidas.

Uno de los aspectos más aterradores de las Mentes Colmena es su habilidad para controlar grandes cantidades de infectados a través de largas distancias. Las hordas podían moverse de manera coordinada y precisa, asaltando puestos humanos y superando cualquier resistencia mal preparada. Las Mentes Colmena actuaban como una inteligencia colectiva, dirigiendo a los infectados como si fueran extensiones de un solo ser, lo que les permitía actuar con una cohesión imposible en los infectados originales.

Sin embargo, aunque estas Mentes Colmena demostraban ser más inteligentes que los primeros infectados, su capacidad para aprender y adaptarse a las tácticas humanas seguía siendo limitada. No podían formular estrategias elaboradas ni prever movimientos más complejos, lo que impedía que igualaran por completo a las fuerzas humanas organizadas. Pero su capacidad para coordinar grandes ataques y lanzar ofensivas inesperadas las seguía convirtiendo en un enemigo formidable, especialmente cuando los humanos estaban en inferioridad numérica o desprevenidos.

A medida que el Virus NT continuaba evolucionando, surgieron tipologías diferenciadas de infectados, determinadas por las modificaciones genéticas que algunos individuos habían recibido antes de la pandemia. Muchos de los huéspedes infectados no solo habían sido sujetos de pruebas y experimentos por parte de las corporaciones biotecnológicas, sino también consumidores que habían adquirido servicios de mejora genética para ellos mismos y sus descendientes. Esto provocó que algunos infectados desarrollaran habilidades especiales. En ciertos casos, las modificaciones genéticas entraban en sinergia con el virus, dando lugar a infectados con capacidades físicas mejoradas: infectados más rápidos, más fuertes o con habilidades específicas como la capacidad de trepar o resistir daños extremos. Estos infectados sinérgicos eran los más peligrosos, ya que el virus aprovechaba sus mejoras corporales para maximizar su efectividad.

Por otro lado, no todas las modificaciones genéticas se integraban bien con el virus. En muchos casos, las alteraciones preexistentes provocaban una degeneración acelerada en los infectados, haciendo que sus cuerpos se deterioraran rápidamente, volviéndolos lentos y torpes. Estos infectados degenerados eran mucho más fáciles de eliminar, pero aún representaban una amenaza si se movían en grandes números.

En las etapas iniciales, los infectados aún son capaces de alimentarse de manera efectiva, digiriendo lo que consumen como cualquier ser vivo. Sin embargo, a medida que el virus avanza y los cuerpos de los infectados comienzan a degenerar, pierden progresivamente la capacidad de digerir lo que comen. Aun así, los infectados mantienen un persistente instinto de alimentarse, intentando devorar cualquier ser vivo que encuentren, especialmente humanos y mutantes. Conforme su sistema digestivo se degrada, el Virus NT se adapta a este problema, desviando los recursos del cuerpo de las zonas no esenciales hacia aquellas que considera más importantes, como el cerebro y las capacidades motoras. Esto significa que, con el tiempo, las heridas en los infectados dejan de regenerarse, ya que el virus utiliza los recursos biológicos restantes para mantener operativas las funciones clave, priorizando la movilidad y el control neurológico.

El cerebro es una de las áreas que el Virus NT prioriza sobre cualquier otra parte del cuerpo. A medida que los infectados continúan operando, el virus dirige sus esfuerzos a mantener el cerebro funcional, asegurando que los infectados puedan seguir moviéndose y atacando, incluso cuando sus cuerpos están visiblemente deteriorados. Aunque los infectados muestran una capacidad limitada de regeneración, esta se concentra principalmente en preservar las capacidades cognitivas y motoras. De este modo, aunque los cuerpos se descomponen con el tiempo, los infectados siguen siendo peligrosos durante mucho tiempo, ya que el virus mantiene las funciones esenciales intactas.

Eliminar a un infectado sigue siendo un desafío, pero hay métodos efectivos. La forma más segura de neutralizarlos es provocando un daño significativo al cerebro o destruyendo completamente el cuerpo. Aunque los infectados pueden regenerar parcialmente algunas heridas, el cerebro sigue siendo su punto débil, y cualquier daño considerable en esta zona detiene su capacidad de "vivir" (por llamarlo de alguna manera). Desmembrar el cuerpo o incinerarlo son las otras opciones viables, ya que evitan cualquier posibilidad de regeneración.

El futuro de los infectados es incierto. Nadie sabe si seguirán evolucionando hacia formas más inteligentes y letales o si alcanzarán un punto en el que su desarrollo se estanque o degenere. A medida que los humanos se reorganizan para luchar contra las hordas y las Mentes Colmena, sigue existiendo el temor de que el Virus NT todavía tenga más mutaciones por revelar, aumentando el desafío que representan estos seres despiadados en el mundo postapocalíptico.

Cepa Alfa-Primus

Esta es la primera Mente Colmena identificada tras la evolución del Virus NT. Se caracteriza por un control básico y táctico de las hordas, principalmente utilizado para emboscadas y asaltos rápidos. Sus infectados son extremadamente ágiles, capaces de correr largas distancias sin agotarse y atacar con gran ferocidad. La Alfa-Primus prefiere la velocidad sobre la fuerza bruta, priorizando la ocupación de terreno y la caza de grupos humanos y mutantes dispersos.

  • Infectados rápidos y ágiles.
  • Movimientos coordinados para emboscadas.
  • Retiro táctico cuando encuentran resistencia fuerte.

Cepa Gorgona

La Cepa Gorgona es una de las más temidas por su habilidad para paralizar psicológicamente a sus víctimas antes de que los infectados ataquen. Esta Mente Colmena parece proyectar un aura de miedo a través de su conexión con las hordas, haciendo que los humanos sientan un pánico abrumador, lo que desorganiza cualquier intento de defensa. Los infectados bajo su mando son lentos, pero increíblemente resistentes, capaces de soportar daños extremos antes de caer.

  • Infectados extremadamente resistentes, aunque lentos.
  • Capacidad para inducir miedo extremo en las víctimas.
  • Se utiliza para asedios prolongados, debilitando las defensas psicológicamente.

Cepa Arachnis

Con una estructura de control mucho más compleja, la Cepa Arachnis actúa de manera similar a una red de comunicación hiperconectada. Esta Mente Colmena es capaz de dividir sus hordas en múltiples grupos y coordinar ataques desde diferentes puntos a la vez. Sus infectados son rápidos escaladores, lo que les permite atacar desde posiciones elevadas o infiltrarse en fortalezas a través de puntos vulnerables.

  • Infectados que pueden trepar paredes y atacar desde lo alto.
  • Capacidad de dividir la horda en varias frentes de ataque simultáneos.
  • Preferencia por asaltos en zonas urbanas, donde el terreno vertical es la clave para vencer.

Cepa Leviatán

La Cepa Leviatán controla a infectados masivos, muchos de ellos sujetos a experimentos genéticos antes de la pandemia. Estos infectados son colosales y casi imposibles de detener con armamento convencional. La Mente Colmena los utiliza como armas de asedio, destruyendo las defensas con pura fuerza bruta.

  • Infectados gigantescos y extremadamente fuertes.
  • Especializados en demoler estructuras defensivas.
  • Lentos, pero casi imparables una vez que comienzan a atacar.

Cepa Vortex

Con una capacidad avanzada de manipular las corrientes de aire y la temperatura, la Cepa Vortex usa hordas de infectados para desatar caos ambiental. Sus infectados son capaces de soportar condiciones extremas, operando en tormentas o climas adversos donde otros infectados o humanos no pueden sobrevivir. Aprovechan las tormentas para atacar.

  • Infectados adaptados a climas extremos y fenómenos naturales.
  • Utilizan tormentas o cambios climáticos repentinos para ocultar sus movimientos.
  • Especialmente peligrosos en regiones desérticas o tundras.

Cepa Helix

La Cepa Helix es producto de la sinergia entre el Virus NT y las modificaciones genéticas más avanzadas. Esta Mente Colmena controla infectados con habilidades físicas sobrehumanas: algunos son increíblemente rápidos, otros tienen una fuerza brutal, y otros pueden regenerar rápidamente las heridas. Es la cepa más impredecible debido a la variedad de mutaciones que maneja, pero también la menos numerosa.

  • Infectados con habilidades físicas mejoradas (velocidad, fuerza, regeneración).
  • Capacidad de adaptarse rápidamente a situaciones de combate.
  • Alto riesgo, ya que algunos mutantes pueden degenerar rápidamente si el virus no se integra correctamente.

Mutantes: Los Herederos del mundo

Después de la guerra nuclear contra los infectados, una nueva raza surgió del caos: los mutantes. Estos seres no solo sobrevivieron al apocalipsis, sino que sus cuerpos fueron alterados por la radiación y las modificaciones genéticas pre-apocalípticas. Muchos de ellos habían recibido alteraciones para mejorar su resistencia física e inmunidad, pero la radiación amplificó estos cambios, llevando sus mutaciones más allá de lo que un humano normal habría soportado. Los mutantes desarrollaron una resistencia natural a los ambientes radiactivos, no solo sobreviviendo, sino prosperando en estos entornos hostiles, aumentando su número rápidamente.

A medida que crecían, los mutantes se organizaron en tribus, que comenzaron a construir una nueva sociedad. Influenciados por un profundo misticismo, vieron su transformación no como una maldición, sino como una bendición divina. Para ellos, eran la siguiente etapa de la evolución humana, destinados a dominar un planeta en el que los humanos "puros" ya no tenían cabida. Consideraban a los humanos como reliquias de una civilización fracasada, débiles que intentaron escapar del apocalipsis escondiéndose en búnkeres o estaciones espaciales, mientras ellos tuvieron que enfrentarse directamente a los horrores del nuevo mundo.

Con el tiempo, cada tribu desarrolló su propia estructura social y espiritual, profundamente influenciada por la idea de que la radiación era un poder sagrado que los había purificado y fortalecido. Los chamanes y líderes espirituales predicaban que su resistencia a la radiación no era un accidente, sino una prueba de su derecho a gobernar la Tierra. Para los mutantes, la radiación no era solo una fuerza destructiva, sino una herramienta que diferenciaba a los elegidos de los condenados.

A pesar de este misticismo compartido, no todas las tribus mutantes coincidían en sus creencias o enfoques. Algunas tribus preferían aislarse, viéndose a sí mismas como guardianes del nuevo orden, mientras que otras adoptaron una postura más expansionista y agresiva. Estas tribus cazaban humanos como una forma de demostrar su superioridad y recuperar la Tierra que consideraban suya por derecho. Los supervivientes humanos que escapaban de estas tribus describían prácticas atroces en las que los mutantes no solo mataban, sino que también devoraban a los humanos.

Rumores aún más inquietantes circulaban entre los supervivientes: algunas tribus mutantes más organizadas habían comenzado a capturar humanos y mantenerlos en cautiverio, alimentándolos y criándolos como ganado para sacrificarlos más tarde en ritos religiosos o para la obtención de carne. Esta práctica, aunque no común entre todas las tribus, era una de las facetas más terroríficas del nuevo mundo. Los mutantes que practicaban esto reforzaban su creencia de que eran los nuevos depredadores en la cima de la cadena alimentaria.

La sociedad de los mutantes estaba estructurada en torno a su resistencia a la radiación y una visión mística del mundo que los conectaba profundamente con su entorno. Los líderes naturales no solo eran los más robustos y adaptados físicamente, sino también aquellos que se destacaban en pruebas físicas rituales o en la batalla, donde demostraban su fuerza y habilidad. Los más mutados, lejos de ser marginados, eran reverenciados como portadores de bendiciones especiales, y sus deformidades físicas eran vistas como marcas de poder. Cuanto más extrema era la mutación, mayor era el respeto que recibían, independientemente de su utilidad. En la cúspide de esta jerarquía se encontraban los chamanes y guías espirituales, quienes lideraban a las tribus con la creencia de que el planeta les pertenecía y que el fin de los humanos e infectados era inevitable. Así, el liderazgo se forjaba tanto por mérito en combate como por el grado de mutación, consolidando una jerarquía donde solo los más poderosos, ya fuera por nacimiento o méritos, alcanzaban los puestos de mayor autoridad.

El profundo odio de los mutantes hacia los humanos no solo se basaba en la creencia de que la civilización antigua había desencadenado el apocalipsis, sino también en el desprecio por haberlos condenado a una muerte segura bajo la radiación. Los humanos, en su desesperación por sobrevivir, consideraron a los antepasados de los mutantes como desechables, expulsándolos de las zonas seguras al exterior con la esperanza de mejorar sus propias posibilidades de supervivencia. Sin embargo, lo que no anticiparon fue la cruel ironía de ese acto: al exiliarlos para morir, provocaron el surgimiento de una nueva raza, más fuerte y superior a ellos. La radiación, en lugar de destruirlos, los transformó. Las facciones más violentas se organizaron en letales grupos de cazadores, patrullando los territorios devastados en busca de aquellos supervivientes que osaban salir de sus refugios, convirtiendo la caza en un ritual de poder y dominación.

La cultura mutante también celebraba su capacidad de prosperar en condiciones en las que los humanos solo podían sobrevivir con la ayuda de tecnología avanzada. Mientras los humanos necesitaban trajes protectores y equipos especiales para entrar en las zonas irradiadas, los mutantes se movían casi libremente por esas tierras devastadas, considerándolas su hogar natural. Su capacidad de prosperar en estos ambientes hostiles reforzaba su creencia de que estaban destinados a reinar en este nuevo mundo.

Aunque compartían una visión mística del mundo, las facciones mutantes estaban a menudo en conflicto entre sí. Las tribus luchaban por el control de territorios y recursos, y algunas diferían en su visión del papel que los humanos debían desempeñar. Mientras que algunas los veían como útiles esclavos, otras consideraban que la única solución era su exterminio total. Estos conflictos internos a veces debilitaban a los mutantes, pero no cambiaban la creencia fundamental de que eran la nueva raza dominante en la Tierra.

La guerra a gran escala entre humanos y mutantes era inevitable. Los mutantes, consolidándose como una fuerza poderosa, veían en los humanos no solo una amenaza, sino un obstáculo para su control absoluto del planeta. Los humanos, aunque diezmados y desesperados, seguían luchando por su supervivencia, pero sabían que los mutantes no se detendrían hasta destruirlos. Con cada enfrentamiento, los mutantes se preparaban para reclamar lo que consideraban su derecho natural: un mundo donde la humanidad ya no tendría lugar.

La Tribu de los Devoraalmas

Esta facción mutante es una de las más temidas y violentas. Se consideran los verdaderos herederos del planeta, afirmando que su capacidad para sobrevivir a la radiación es una señal de su supremacía. Cazan humanos para devorarlos en ceremonias rituales, creyendo que al consumirlos, absorben su fuerza vital.

  • Creen que devorar humanos les otorga poder espiritual.
  • Grupos de cazadores liderados por chamanes que guían los rituales.
  • Caza y sacrificio de humanos como reafirmación de su supremacía.

Los Hijos de la Llama

Los Hijos de la Llama veneran la radiación como una entidad divina y utilizan tecnologías primitivas para manipular energía nuclear. Creen que el fuego radiactivo es el don que les ha sido otorgado para purificar la Tierra. Se organizan en torno a líderes espirituales que realizan rituales con fuego, donde algunos mutantes son sometidos a exposiciones controladas a radiación para amplificar sus mutaciones.

  • La radiación es vista como una fuerza divina y purificadora.
  • Primitivos herederos de los ingenieros nucleares que experimentan con radiación.
  • Liderazgo centrado en chamanes del fuego, quienes dirigen los rituales de exposición radiactiva.

Los Aulladores del Viento

Esta tribu nómada habita las zonas más áridas y desoladas. Se mueven constantemente, cazando tanto humanos como otras criaturas mutadas en el desierto. Son rápidos y ágiles, capaces de soportar condiciones extremas de temperatura y radiación, lo que les permite moverse sin ser detectados. Creen que el viento radiactivo los purifica y los mantiene fuertes.

  • Nómadas que recorren desiertos y tierras áridas.
  • El viento radiactivo es sagrado, considerándolo una fuente de pureza y fortaleza.
  • Ataques relámpago y emboscadas rápidas.

La Hermandad del Abismo

Situada en profundas instalaciones subterráneas o antiguas fábricas, esta tribu ha desarrollado mutaciones que los hacen especialmente adaptados a vivir en la oscuridad y bajo tierra. Consideran que el futuro de los mutantes debe estar en las profundidades, lejos de la superficie arruinada. Se alimentan de lo que encuentren y cazan humanos que intentan refugiarse bajo tierra.

  • Subterráneo, adaptados a vivir en completa oscuridad.
  • La superficie está condenada, el futuro está bajo tierra.
  • Mutaciones que les permiten ver y moverse en la oscuridad.

El Enclave Espectral

Esta tribu es menos numerosa, pero sus mutaciones los han dotado de una resistencia física extrema y habilidades sensoriales mejoradas. Aunque no se involucran en la caza directa de humanos, los usan como esclavos para construir fortificaciones y armas, con la esperanza de convertirse en los nuevos gobernantes supremos del planeta. Sus rituales espirituales están centrados en visiones místicas, creyendo que están destinados a ser líderes de la nueva era.

  • Consideran que están destinados a ser los líderes del nuevo orden.
  • Uso de esclavos humanos para fortificar sus asentamientos.
  • Habilidades sensoriales mejoradas y resistencia física extrema.

Humanos: La Resistencia Fragmentada

La humanidad, golpeada por la doble amenaza del Virus NT y la devastación nuclear, vio cómo sus grandes ciudades se convertían en ruinas y sus gobiernos se desmoronaban. La civilización que había dominado el planeta quedó reducida a fragmentos. En los primeros años tras el colapso, los supervivientes se enfrentaron a un caos total, incapaces de coordinarse o encontrar una salida ante la constante amenaza de los infectados y la creciente fuerza de los mutantes. Parecía que el fin de la especie estaba cerca. Sin embargo, en medio de esa desesperación, los humanos lograron hacer lo que mejor saben: adaptarse. A pesar de la brutalidad a su alrededor, poco a poco comenzaron a reorganizarse, impulsados por una voluntad inquebrantable de resistir y reclamar lo que alguna vez fue suyo.

Aunque muy disminuidos en número, los humanos no estaban derrotados. Facciones diversas surgieron de los restos de las sociedades caídas, adaptándose a las nuevas condiciones del mundo. Estas facciones evolucionaron de manera diferente, influenciadas por su aislamiento durante los primeros años del apocalipsis. Cuando finalmente las condiciones lo permitieron, estas comunidades comenzaron a explorar y recuperar territorios, buscando recursos y, lo más importante, otras facciones humanas. El contacto entre ellos reveló la diversidad que la humanidad había desarrollado para sobrevivir.

Algunas facciones son nómadas, deambulando por el yermo en vehículos móviles, actuando como mercenarios o recolectores, ganándose la vida realizando encargos para comunidades más grandes. Otras, en cambio, lograron establecer asentamientos fortificados, donde reconstruyeron pequeñas naciones con una base tecnológica limitada pero funcional. Curiosamente, incluso algunas corporaciones del viejo mundo, que habían logrado refugiarse en búnkeres o zonas protegidas, emergieron después del apocalipsis, tratando de recuperar el poder que una vez tuvieron.

La tecnología de la humanidad ha retrocedido, y aunque los humanos no han alcanzado el nivel avanzado de antaño, han demostrado ser ingeniosos a la hora de recuperar y adaptar los restos tecnológicos del pasado. Lo que antes eran artefactos comunes ahora se considera crucial para la supervivencia. Algunas facciones han logrado desarrollar armamento avanzado reutilizando tecnología del viejo mundo, aunque su acceso es limitado. Los supervivientes han aprendido a modificar antiguos sistemas energéticos, fabricar armas rudimentarias con partes recicladas y crear nuevas herramientas para enfrentar tanto a los infectados como a los mutantes. Sin embargo, esta adaptación no es perfecta. Las mejoras cibernéticas y genéticas que algunos humanos poseen provienen de modificaciones hechas antes del apocalipsis, aunque ahora son más rudimentarias y difíciles de mantener.

Las modificaciones humanas han generado profundas tensiones dentro de las facciones supervivientes. Los mejorados —aquellos con implantes cibernéticos o alteraciones genéticas— se consideran a sí mismos una evolución superior a los humanos tradicionales, viendo a los no modificados como seres limitados que dependen únicamente de sus cuerpos naturales. Esta arrogancia ha creado desconfianza y resentimiento entre los humanos no alterados, quienes creen que los mejorados han perdido parte de su esencia humana al depender de la tecnología para sobrevivir en el nuevo mundo. En algunas facciones, esta diferencia ha sido institucionalizada, dando lugar a sistemas de castas. Los humanos aumentados o biomodificados se han colocado por encima de los comunes, ocupando las posiciones de liderazgo, mientras que aquellos sin mejoras son relegados a tareas secundarias o a roles subalternos. Esta jerarquía ha intensificado las divisiones, provocando rivalidades internas que a menudo desembocan en enfrentamientos. Paradójicamente, en un momento en el que la humanidad debería unirse para hacer frente a las amenazas externas, estas disputas internas debilitan la resistencia, impidiendo una coordinación efectiva y poniendo en riesgo la supervivencia colectiva.

En su lucha por sobrevivir, algunas facciones humanas han recurrido a tácticas implacables y despiadadas. Una de las más comunes es la esclavización de mutantes, quienes, debido a sus deformidades y adaptaciones, son considerados inferiores. Estos mutantes son explotados como mano de obra esclava en áreas extremadamente peligrosas, donde la vida humana normal estaría en constante riesgo. Son enviados a zonas altamente contaminadas por radiación, forzados a limpiar desechos tóxicos o realizar reparaciones en infraestructuras colapsadas, donde sus cuerpos, adaptados a soportar condiciones extremas, son vistos como recursos útiles. En entornos industriales, se les emplea en fábricas subterráneas o plantas de energía abandonadas, donde las condiciones de trabajo son brutales y la maquinaria obsoleta y peligrosa. Allí, los mutantes realizan tareas que los humanos consideran demasiado arriesgadas o agotadoras, manejando materiales tóxicos sin protección adecuada, debido a su resistencia natural a la contaminación y la radiación. Peor aún, en algunos asentamientos, los mutantes son capturados para participar en combates a muerte, enfrentándose entre sí o luchando contra bestias mutadas del yermo para el entretenimiento de las clases populares. Estos espectáculos, organizados para divertir a los poderosos, son reflejo de cómo la humanidad ha adaptado su moral y pragmatismo a las crueles realidades del apocalipsis, abandonando los valores del antiguo mundo en su búsqueda de poder.

Sin embargo, no todas las facciones humanas se han sumido en la crueldad. Existen grupos que intentan preservar los valores éticos del mundo antiguo, buscando mantener su humanidad a pesar de las circunstancias. Estas facciones ven el uso de esclavos y la explotación de los más débiles como una traición a lo que alguna vez fue la civilización, y se esfuerzan por establecer una sociedad basada en principios de justicia y respeto mutuo. Este conflicto moral entre facciones ha generado divisiones profundas, lo que ha llevado a guerras internas y traiciones.

La supervivencia es el motor que impulsa a todas las facciones humanas, pero los métodos para alcanzarla varían significativamente. Algunas comunidades han optado por crear flotas improvisadas de barcos, grandes embarcaciones fortificadas que recorren los océanos en constante movimiento para evitar ser localizadas por las hordas de infectados o las incursiones de mutantes. Estas flotas, compuestas por barcos reacondicionados y botes de todo tipo, funcionan como verdaderas fortalezas flotantes, capaces de desplazarse rápidamente para escapar de peligros inminentes. Periódicamente, estas comunidades tocan tierra en zonas estratégicas, realizando incursiones o ataques rápidos para obtener recursos, antes de volver al mar para evitar represalias. Estos asentamientos temporales les permiten mantenerse en movimiento, recolectando lo necesario sin permanecer en un lugar lo suficiente como para volverse vulnerables a los ataques.

Otras facciones, en cambio, han encontrado refugio en ciudades subterráneas profundamente ocultas bajo la superficie de la Tierra. Estas ciudades, alimentadas por energía geotérmica y con granjas subterráneas que les permiten sobrevivir sin luz solar, son autónomas y claustrofóbicas. Los humanos de estas comunidades desconfían del exterior, viendo a los habitantes de la superficie como imprudentes por enfrentarse a los peligros del mundo sin protección. Este aislamiento ha creado una subcultura con creencias propias, lo que ha dificultado la cooperación con otras facciones.

En medio de este panorama, los humanos también han tenido que enfrentar traiciones dentro de sus propias filas. En ocasiones, algunos humanos han sido infiltrados por facciones rivales o incluso por tribus mutantes, creando un clima de paranoia dentro de las facciones. Estas traiciones han desatado conflictos internos, saboteando la capacidad de las facciones humanas para mantenerse unidas en la lucha contra las amenazas externas.

A pesar de todo, los humanos han demostrado una capacidad de adaptación asombrosa. En un intento por combatir el Virus NT, algunas facciones han comenzado a llevar a cabo experimentos para crear inmunidad al virus. Estas investigaciones buscan desarrollar humanos capaces de enfrentarse a las hordas de infectados sin miedo a ser convertidos. Aunque estos experimentos son peligrosos, los supervivientes ven en ellos una posible solución al problema del virus. Sin embargo, el temor a que estas investigaciones puedan crear nuevas mutaciones ha generado una resistencia dentro de las mismas facciones humanas.

Además de estos avances, algunas facciones han descubierto viejas armas de destrucción masiva que permanecieron inactivas durante el colapso inicial. Ahora enfrentan un dilema: ¿deberían utilizar estas armas para destruir a los mutantes y a los infectados, sabiendo que podrían causar un daño irreparable al mundo que aún queda? Este debate moral sigue siendo un tema de gran controversia entre los líderes humanos.

A pesar de todos los conflictos internos y externos, la humanidad sigue siendo una fuerza a tener en cuenta. Aunque fragmentados en múltiples facciones con ideologías y métodos muy diferentes, los humanos han comenzado a reorganizarse y a preparar una ofensiva final para purgar el planeta de infectados y mutantes. A través de alianzas temporales, traiciones y nuevas tecnologías, la humanidad lucha por su supervivencia en un mundo que los ha puesto al borde de la extinción. El futuro de los humanos es incierto, pero su voluntad de sobrevivir y recuperar lo que una vez fue suyo sigue siendo inquebrantable.

El Imperio de Alaska

En las montañas rocosas y el norte de Alaska, esta brutal élite controla el imperio más poderoso de los humanos en Norteamérica. Antiguos miembros de las clases privilegiadas, ahora gobiernan con puño de hierro y explotan a las masas de siervos. Su estilo de combate es implacable, usando tácticas opresivas para aplastar a sus enemigos con un ejército disciplinado y cruel.

  • Fuerza bruta en combate cuerpo a cuerpo.
  • Armamento pesado con uso intensivo de esclavos como carne de cañón.
  • Ejércitos organizados en formaciones de choque con un liderazgo despótico.

Los Hijos de la Libertad

Asentadas en las zonas más remotas de Norteamérica, estas comunidades luchan por restaurar los valores de los antiguos Estados Unidos. Su estilo de combate se basa en tácticas guerrilleras y emboscadas, evitando enfrentamientos directos contra fuerzas superiores.

  • Movilidad y rapidez en combate.
  • Fuerzas pequeñas pero altamente coordinadas.
  • Tácticas defensivas y emboscadas para maximizar el daño en combate asimétrico.

El Imperio Corsario de México

Desde las costas del Golfo de México, los Corsarios Mexicanos lanzan rápidas incursiones por mar, atacando y saqueando territorios con flotas ágiles y bien organizadas. Su estilo de combate se basa en ataques rápidos y retiradas estratégicas, evitando la confrontación directa prolongada.

  • Incursiones rápidas por mar con flotas ligeras.
  • Uso de tácticas de emboscada y saqueo.
  • Alta movilidad y capacidad para atacar y retirarse rápidamente.

El Imperio de la Plata

Renacido de las cenizas de Argentina, este imperio teocrático domina Sudamérica con una mezcla de fuerza militar y fervor religioso. En combate, combinan disciplina militar con fanatismo religioso, usando la moral y la fe para motivar a sus tropas.

  • Ejércitos bien organizados con caballería pesada y armas blancas y algunas armas de fuego.
  • Fanatismo religioso que mejora la moral de las tropas.
  • Campañas militares de expansión metódica y brutal.

Las Ciudades del Comercio Caribeño

Estas pequeñas islas sobreviven gracias al comercio y la cooperación, pero cuando es necesario, sus fuerzas de defensa usan tácticas navales para proteger sus rutas marítimas. Prefieren evitar los combates prolongados, enfocándose en la defensa estratégica.

  • Defensa marítima efectiva con navíos ligeros y maniobrables.
  • Uso de emboscadas en alta mar y escaramuzas rápidas.
  • Fuerzas terrestres limitadas, pero bien organizadas para la defensa de las islas.

Los Hijos de los Andes

Refugiados en las alturas de los Andes, este grupo combina conocimientos agrícolas antiguos con una estructura teocrática. En combate, aprovechan el terreno montañoso para desgastar al enemigo con tácticas defensivas y emboscadas en terrenos difíciles.

  • Control del terreno montañoso para emboscadas.
  • Tácticas defensivas que favorecen el desgaste prolongado del enemigo.
  • Capacidad de sobrevivir y combatir en condiciones extremas.

La Orden de la Cruz del Horizonte

Esta orden religiosa y militar tiene como objetivo purgar Europa de los infectados. Sus ejércitos están formados tanto por humanos como por mutantes, luchando lado a lado en grandes cruzadas. Su estilo de combate se basa en ataques coordinados y fervor religioso, con una gran disciplina en el campo de batalla.

  • Ejércitos mixtos de humanos y mutantes con alta cohesión.
  • Disciplina militar con un fuerte componente de cruzada religiosa.
  • Uso de formaciones defensivas y ofensivas bien organizadas.

La Confederación del Hierro del Norte

Esta confederación opresiva domina el norte de Europa con sus ejércitos terrestres masivos, pero sufre divisiones internas graves. Su estilo de combate es directo y brutal, basado en la fuerza del número y el uso de armamento pesado, con una Inquisición que purga cualquier rastro de mutantes.

  • Ejércitos terrestres masivos con armamento pesado y artillería.
  • Purgas sistemáticas de mutantes a través de la Inquisición.
  • Tácticas de choque con poca flexibilidad estratégica.

Las Repúblicas Comerciales del Sur

Ciudades como Venecia y Florencia han renacido como repúblicas comerciales fortificadas. Aunque su enfoque principal es el comercio, en combate dependen de fuerzas navales y terrestres ligeras, con un enfoque defensivo y alianzas estratégicas para sobrevivir.

  • Fuerzas terrestres y navales ligeras, con alta movilidad.
  • Defensa estratégica basada en alianzas y comercio.
  • Capacidad para adaptarse y retirarse ante amenazas superiores.

Continuará...

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